¿Por qué celebramos el Día de la Antioqueñidad?

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Para algunos expertos el Día de la Antioqueñidad debería ser revisado para que no se idealice lo que hemos sido y lo que somos. FOTO Archivo Juan Antonio Sánchez

La celebración del Día de la Antioqueñidad, según el doctor en historia de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París (Francia) y profesor titular de la Universidad Eafit, Juan Camilo Escobar Villegas, está vinculada a una larga historia inherente a los imaginarios de identidad respecto a lo que significa ser antioqueño o haber nacido en Antioquia, los cuales se empezaron a gestar desde finales del siglo XVIII, se arraigaron durante el siglo XIX, hasta llegar a la actualidad.

Según Escobar Villegas, esta costumbre de describirse a sí mismos es propia de todas las sociedades humanas, ya sea a nivel local, regional, nacional y hasta en los propios continentes.

“En Antioquia los funcionarios coloniales que administraban estas tierras todavía a finales del siglo XVIII, en la época colonial, empezaron a crear adjetivos para definir quiénes eran las personas que vivían en Antioquia”, explicó Escobar Villegas.

Con el proceso de independencia de la corona española, aseguró Escobar Villegas, los líderes nacidos en Antioquia empezaron a crear definiciones sobre qué era ser antioqueño, a través de la definición racial. Descripciones que estaban sustentadas en el reconocimiento propio de la riqueza que había llegado con la actividad minera en la zona a finales del siglo XVIII y principios del XIX. Se comenzó a hablar entonces de que el éxito económico de los antioqueños provenía de la pertenencia a una raza determinada.

Según Escobar Villegas, en el siglo XVI, los españoles y portugueses habían hecho también una clasificación de las sociedades mediante una serie de lo que denominaron razas humanas superiores e inferiores. En ese orden de ideas, la blanca era la superior, seguida de los mestizos, y así sucesivamente. Todo con el fin de sustentar sus colonizaciones en donde, según estos, la raza superior debía dominar a la inferior.

En el caso de Antioquia, explicó Escobar Villegas, los intelectuales se inventaron la noción de raza antioqueña y le empezaron a hilar características particulares de la raza blanca, que tenía un vínculo fuerte con la familia y la religión, trabajadora, emprendedora, que colonizaba de manera pacífica. Y eso se convirtió en un mito en el cual el antioqueño se piensa a sí mismo como una raza homogénea que hace parte de las razas superiores.

En el transcurso del siglo XX, ese imaginario de raza antioqueña se popularizó y no solamente por la escritura de libros sino también en la radio, la escuela, las telenovelas, y la música.

Entendiéndolo de este modo, la antioqueñidad, según Escobar Villegas, tiene dos lados. Uno positivo, que se remite a pensar en las tradiciones, en las diferentes formas de vivir, las cuales son importantes en términos patrimoniales. Y el negativo, que es negar la diversidad. Es pensar que en Antioquia solo existe una clase de población, la blanca, la católica, la monogámica, la pacífica. Esa visión negativa tiene que ver con la idealización de la sociedad antioqueña.

Pero ¿qué celebramos hoy (11 de agosto), la diversidad de mestizajes o la idealización de una raza que se reconoce a sí misma como pura y diferente a la de las demás regiones del país y hasta del mundo? “Tradicionalmente se ha celebrado más la idealización. Lo que ha predominado en el Día de la Antioqueñidad es la idealización de una sociedad que se piensa a sí misma como única, superior y mejor, que promueve, quizá sin proponérselo, un regionalismo peligroso para una sociedad colombiano multiétnica”, sostiene Escobar Villegas.

Y agrega que “en principio, ese Día de la Antioqueñidad debiera de ser revisado, de tal forma que no se idealice lo que hemos sido y lo que somos, sino que se presente lo más objetivamente posible las diferentes trayectorias que han pasado, incluidas las trayectorias oscuras y trágicas que no casan con el ideal de un pueblo”.

 

Elizabeth Ramírez Restrepo

Periodista de la Universidad Pontificia Bolivariana. Magíster en Periodismo Multimedia de la Universidad Autónoma de Madrid-ELPAÍS.

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